Quito, corre la tarde del seis de Agosto del año 1875. El presidente ecuatoriano, el conservador Gabriel García Moreno, recién elegido para un tercer periodo de gobierno, camina indefenso en dirección al Palacio de Gobierno acompañado únicamente por un oficial de guardia también desarmado. A sus espaldas, machete en mano, el colombiano Faustino Lemus Rayo sigue sigilosamente los pasos del presidente, se oculta tras una de las columnas del Palacio. Atrás, a pocos pasos de Faustino, tres de sus cómplices, armados con escopetas, esperan la primera movida, el ataque de Rayo. García Moreno está subiendo las escaleras que dan a la entrada del palacio, Faustino avanza rápidamente en dirección al presidente, eleva su mano al cielo armada de su machete, y le propina un primer machetazo lleno de ira.
Gritos por aquí y por allá, los desatinados cómplices de Rayo disparan muchas más balas de las que dan en el cuerpo ya herido de García Moreno. Unos dicen que el presidente murió de un solo machetazo, pero es probable que hayan sido catorce machetazos y seis balazos. Lo seguro es que esa tarde, frente al Palacio de Gobierno de la ciudad de Quito, muere horriblemente el entonces presidente de Ecuador, Gabriel García Moreno. Él, por cierto, ya presentía su muerte, pero esa es otra historia.
En los días siguientes, durante las fiestas funerarias, quién sabe si con tiples y bandolas, o apenas unas guitarras españolas, una delegación colombiana estuvo a cargo de interpretar parte de la música que sonaría en estos días de luto, para honrar y despedir a García Moreno. Por primera vez en tierras ecuatorianas, suenan pasillos colombianos, dejando atónitos a algunos músicos y compositores ecuatorianos quienes presenciaban las fiestas funerarias, y quienes desde entonces estudiaron, comprendieron y apropiaron el pasillo para incluirlo dentro de sus géneros predilectos para la creación musical.
Hoy quiero dejarles, en manos del gran guitarrista Julio Andrade, una obra de la que se dice, fue uno de los primeros pasillos compuestos en Ecuador. A Julio lo conocimos en Quito gracias a la ayuda de la Fundación Mama Cuchara, es uno de los más destacados intérpretes de la guitarra quiteña, una forma de tocar aires ecuatorianos en la guitarra española que combina en la mano derecha el uso de la púa y el uso de los dedos para pulsar las cuerdas. Para mi ver y escuchar tan de cerca a Julio fue una experiencia inolvidable y cargada de una emoción un tanto mística: mientras tocaba yo sentía que a lo lejos sonaban cantos y tambores de otro mundo.
Monofónico
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